miércoles, 6 de abril de 2011

dónde vas?

    Negro. Perro. Gris. Cansancio. Dolor. Allá, la luz. ¿Estoy solo?, me pregunto. No, no estás solo, me contesto. Sos un loco. Ella está ahí, la podés ver… Si quisieras tocarla, solo tendrías que estirar unos centímetros la mano. La tocás y no la tocás, la toco y no la toco. Es alucinaciones, friolera. Hay que moverse, me digo. Cansancio. Dolor. ¡Por dios! Cómo te perdés, te agotás, perro. Serás patán. Vaciar la casa, sacar las cosas, nuestras propias cosas a la calle, envueltas en otras cosas, aterrorizadas, espantadas de tanta cosa. En el mapa parece cerca, pero, ¿Adónde queda?, ¿La ves? Sí, la ves, La tenés ahí, la ves. Espalda. Cintura. Pecho. Está ahí. Otro colegio, un colegio completamente distinto, donde estudiar y crecer, ¿por qué no?, pero, ¿dónde? Trueno. Hay un fantasma y son tres mil millones de fantasmas, jirones, flotando sobre la ciudad, mientras la gente en los bares apura tragos y besos. Calor. Frío y calor. Agujas. Espinas. Muerte. Sos absolutamente consciente, lo sos, pero pedís cinco minutitos más. Dormilón. Te quedás envuelto en una capa protectora. No te tirás en la tierra. No corrés por el bosque. No. Vamos. Es otra casa, pero es tu casa, ¡por favor!, es la misma vida, pero es otra. Tontería. Perdés. Abro la heladera y veo que no hay nada, no queda nada. La cierro, la abro y está llena de alfajores. ¿Qué estoy ciego?, ¿Estoy loco? Me como un alfajor cualquiera. Ella me lo pide, claramente. ¿Vamos?, yo voy. Voy a ir siempre. Entrar ahí y ver un muro nuevo. Ver casa. Ver barrio. Soy bandera gris, en harapos, continente de una baldosa. Silencio.

1 comentario: