miércoles, 6 de abril de 2011

El sueño del ermitaño

    Sentado solo, durante todo el día, en la cima de la montaña, (más bien en el centro de la montaña) el anciano, sabio y extremadamente viejo, se corta las uñas de los pies con las manos. Su soledad es su mayor tesoro.
    Sentado al borde del aljibe, mientras arma un cigarrillo, piensa. Piensa todo el tiempo. Puede sentir en el aire lo que está pasando. Se duerme sobre una roca.
    Ella, blanca, angelical, misteriosa, flota hacia él, deslizándose a toda velocidad por encima de un mar adormecido. Se acerca, con su blusa blanca, al viento, sosteniendo en sus manos un rosario de madera; su mirada lleva impregnado el trance místico de la fe.
    Él abre sus ojos y ella sigue ahí. Completamente seca, no dice nada, estira una de sus manos y acaricia al viejo en la mejilla, pero sus manos siguen atadas al rosario.
    El anciano se tapa mucho, cubre todo su cuerpo con innumerables trapos y mantas. Una pila de soledad y miedo. Apenas respira, pero es feliz.

2 comentarios:

  1. hermano!!
    ya sentía yo que faltaba llenar ese vacío que ahora ocupan tus palabras.
    te quiero y cómo te leo! con tutti

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