domingo, 3 de abril de 2011

La promotora y el clown

La ví varias veces
repartiendo volantes
en la esquina de Sarmiento y Florida.

No sé por qué me llamó la atención.
Casi nunca agarro los volantes.
Quizás haya sido el misterio
que hay detrás de todo disfraz.

Ella era simplemente una promotora.
Con esa belleza
hasta ahí
que tienen todas las promotoras.

Era pelirroja, me acuerdo.
Pero eso no es importante.

La cuestión
es que ella estaba ahí
parada
y yo la veía todos los días
sin saber quién era.

Y no lo supe
hasta que apareció el clown.

Estaban ahí mismo
en Sarmiento y Florida
besándose como locos.
Se veían entremezcladas la melena rasta
y la larga cabellera pelirroja.
Los jeans acampanados
y el vestido verde fosforescente
con el logo de no sé qué multinacional.

Pasaban grandes caudales de gente.
Nadie recibía su folleto.

Sonreí.
Esa fue la última vez que la vi.
Nuestro clown demostró
que esa belleza
hasta ahí
que tienen todas las promotoras,
que visten trajes verdes fosforescentes,
no es exclusividad del anunciante.

Gracias, clown.

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