domingo, 17 de abril de 2011

¿Quién sos?, me preguntaron.

Un pedo de Nietzsche.
Un gusano en el cadáver de Sartre.
El cobre que corre por las venas de un sedado.
Una flor en la solapa de un traje de payaso.
Un gallo de Bukowski,
de Ginsberg,
de Dylan.
La ceguera de Borges.
Una cáscara de Banana Yoshimoto.
Un balbuceo en la siesta de Sábato.
El peor garco de Kafka.
Los callos de Kerouac.
La calvicie de Picasso.
Una cana en el peine de Bradbury.
Un grano de pus en la cara de Rimbaud.
El lunar en el culo del amante de Wilde.
Una puntada en el hígado de Hemingway.
Una laguna en la mente de Cortázar.
Una lagaña en el ojo de Rilke.
El mal aliento de Burroughs.
Una arcada de Castaneda.
Un leve mareo de Huxley.
Simplemente soy yo,
les contesté.

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